Nueva York 2018 – 5ª Avenida
Día 2 – Martes 31 de julio de 2018
Comenzaban las emociones. Sobre las 5 de la mañana me desperté, creo que de las ganas que tenía de salir a la calle.
Nos pusimos en marcha y lo primero que teníamos que buscar era un sitio para desayunar. Llevaba anotados varios y probamos con el primero. Zucker’s Bagels & Smoked Fish (146 Chambers St.) justo en la calle enfrente del hotel a un minuto caminando.
Para el que no lo sepa, los Bagels son unos bollos redondos parecidos al pan, muy populares en Nueva York y que te los rellenan de queso tipo Filadelfia con o sin sabores y les añaden a petición salmón ahumado, tomate, lechuga…
En el Zucker’s había un menú desayuno que consistía en un café con leche y un bagel con queso a 5,50 USD. Pedimos eso el primer día y la verdad es que el bagel engaña, parece pequeño al principio y luego se nos acababa haciendo interminable. Ojo con el tamaño de los cafés con leche. El pequeño era enorme comparado con lo que puedes tomar en España. Había medianos y grandes que eran de un tamaño inabarcable, pero bueno con los típicos vasos para llevar, podías estar media mañana con ellos. Muy ajustado de precio y buena atención. Los dependientes eran la mayoría latinos y te hablaban en español. Repetimos algunos días más.
Una vez desayunados tocaba comprar las tarjetas del metro «Metrocard». Nos dirigimos a la estación City Hall para tomar la línea R (amarilla) que nos tenía que llevar a la 5ª avenida. No me aclaré a comprar las cuatro tarjetas en una sola compra y tocó hacer varias operaciones. Las dos primeras con la VISA sin problemas y a partir de ahí no quisieron las máquinas volver a aceptar la tarjeta y tuve que comprarlas con efectivo. Me quedó la duda si el problema fue al realizar dos operaciones iguales una seguida a la otra. La tarjeta no dio ningún problema durante el resto del viaje.
Con nuestras Metrocard en la mano nos dirigimos a los tornos de entrada. La tarjeta hay que pasarla por el lector mirando la parte amarilla hacia nosotros y ni muy rápido, ni muy lento. Si queremos pasar sin que en la pantalla indique GO, nos quedaremos bloqueados. Se le coge rápido el truco, pero alguna vez tuvimos algún enganche con el torno por querer ir a más velocidad de la recomendada.
La sensación general de todas las líneas que utilizamos es de antiguedad y suciedad. El interior de los vagones sin embargo estaba siempre limpio y mucho más cuidado.
En las estaciones (por lo menos en verano) el calor es insoportable. Menos mal que los trenes llegan en pocos minutos, pero una noche cuando ya la frecuencia era mayor, esperando un largo rato en la estación de Times Square/42 St pensábamos que nos daba algo. Al contrario que en las estaciones, en los vagones el aire acondicionado está bajo y tienes casi frío, pero bien que lo agradeces. Si cuando llega el tren veis un vagón vacío, no subáis, ya que eso indica que dentro hay algo no agradable o que no le funciona el aire acondicionado.
Tomamos el tren dirección Forest Hills y en pocos minutos llegamos a la estación de Lexington Av/59 St. De las estaciones se sale por los mismos tornos que sirven para entrar y no es necesaria de nuevo la Metrocard.
Aparecimos en pleno bullicio de Manhattan.
Nuestra primera visita era la tienda de dulces, chucherías, caramelos, chocolatinas, Dylan’s Candy Bar (3ª Av./60 St). Un paraíso para los más golosos.
Al salir pasamos frente a los grandes almacenes Bloomingdale’s y por la calle 60 llegamos a la plaza donde está ubicado el Hotel Plaza junto a Central Park y la 5ª avenida, por la que empezamos a caminar hacia el sur,faltándonos tiempo para mirar en todas direcciones a cada una de las cosas que nos sorprendían o tantas veces habíamos visto en películas o series: Apple Store, joyería Tiffany’s, Torre Trump, oficinas de IBM, Victoria’s Secret, Catedral de St. Patrick y multitud más de tiendas.
A la altura de la calle 50, nos desviamos a la derecha para acercarnos al Rockefeller Center para en las taquillas del Top of the rock (en la fachada lateral de la calle 50), pedir las entradas para el jueves al anochecer. Aunque se disponga de la CityPass, si se quiere elegir una fecha y hora en concreto hay que ir previamente a las taquillas.
En el Rockefeller Center se encuentran las estatuas de Prometeo y Atlas y las tiendas de Lego y Nintendo y los estudios de la NBC.
Retornamos a la 5ª avenida y continuamos caminando a un ritmo que hizo que la hora de comer hiciera su aparición a la altura de la calle 42. El plan era comer en el Shake Shack del Madison Square Park, pero viendo que aun nos quedaba bastante distancia, decidimos desviarnos hasta la estación Grand Central donde también hay un Shake Shack. Apenas hay 150 metros.
Grand Central es otro de los clásicos aparecidos mil veces en películas y series. Nos gustó mucho, con sus pasadizos y pasillos que van a desembocar en el gran hall central con sus escalinatas.
Shake Shack es una cadena de restaurantes donde sirven hamburguesas, perritos y patatas fritas, pero con una calidad bastante mejor que las habituales McDonald’s o Burguer King. Una hamburguesa, bebida y patatas nos costó sobre 11 USD por persona las veces que hemos comido en alguno de ellos.
Retomamos la caminata y regresamos a la 5ª avenida a la altura de la Biblioteca Pública y nos dirigimos hacia el rascacielos Empire State. Pasamos por la puerta sabiendo que al día siguiente íbamos a subir en dos ocasiones a su planta 86.
Y seguimos caminando por la 5ª avenida hasta que por fin llegamos a Madison Square Park junto al cual se encuentra el famoso edificio Flatiron (La Plancha). Aprovechamos para descansar un buen rato en el parque u hacerle las correspondientes fotografías al estrecho edificio.
En este punto acababa el plan previsto para el día, pero como eran sobre las 7 de la tarde, pensamos en ir a alguna zona que no tuviéramos prevista. Decidimos acercarnos a Battery Park situado en el extremo sur de Manhattan. Cogimos el metro en Flatiron y con las líneas N-R-W llegamos hasta la parada de Whitehall St junto a la estación del ferry de Staten Island.
Recorrimos el parque viendo los barcos, la Estatua de La Libertad a lo lejos, la puesta de sol y cansados del todo el día decidimos ya retirarnos hacia el hotel caminando, pero a la altura de Rector St. ya no pudimos más y cogimos el metro para recorrer el último tramo.
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