Nueva York 2018 – Vuelo y alojamiento
Día 1 – Lunes 30 de julio de 2018
El día más esperado había llegado. Nos levantamos con calma puesto que el vuelo partía de Barcelona a las 18:25 y teníamos que coger el tren de Castellón a las 10:50 con llegada a las 13:40 a Barcelona. Con algo de retraso el tren entraba en Sants y desde ahí tomamos el cercanías R2 directos a la terminal 2 del aeropuerto del Prat.
Vemos que el vuelo aparece en las pantallas de salidas sin incidencias. Hacemos el checkin y facturamos en los quioscos electrónicos que tiene Norwegian con lo que te ahorras colas y vamos a entregar la única maleta a facturar que llevábamos. En el quiosco hay que escanear cada uno de los pasaportes. Indicar que Norwegian al ser una low-cost cobra por cada extra que incluyas en el billete (maleta a facturar, comida, elección de asiento, …), pero excepto en lo de la maleta, en el resto no vale la pena que paguéis ningún extra.
Bastantes días antes del viaje, Norwegian me había estado bombardeando en el correo electrónico con que podía mejorar el billete, comprar comida, elegir asiento, etc. Nos la jugamos sin reservar los asientos. 24 horas antes del viaje llegó un último correo y al acceder a la reserva en la web vimos que teníamos los cuatro asientos correlativos en la misma fila. Pues perfecto.
En cuanto a la comida, había leído en varios blogs que dejaba bastante que desear por lo que no la habíamos comprado al adquirir los billetes. Íbamos con la duda si los bocadillos, paquetes de rosquilletas y otras cosas de comer que llevábamos en el equipaje de mano nos las iban a dejar pasar en el control de seguridad. Cero problemas. Compramos, ya pasado el control, unas botellas de agua, a precio de aeropuerto y con todo eso íbamos preparados para las 8 horas de vuelo que teníamos por delante.
En el momento de dejar la maleta te piden los pasaportes de nuevo y una pareja del personal de seguridad nos empezó a hacer preguntas tales que ¿A que van a USA? ¿Han perdido de vista las maletas de mano en algún momento? ¿Alguien les ha dado algo para llevar a USA? Nos puso una pegatina en el pasaporte y ya nos dejaron pasar.
El control de seguridad del Prat me pareció extremadamente relajado y laxo. Prefieres no pensar que si alguien quisiera subir con algo no deseable al avión, como sería de fácil. Nada que ver con lo que íbamos a tener que pasar al la vuelta en Newark.
Llegamos a la puerta de embarque y a la hora indicada comenzó el proceso para acomodarnos en el Boeing 787 Dreamliner que nos iba a llevar a Nueva York. Las plazas no son ni grandes ni pequeñas y el viaje se hace soportable. Pantalla multimedia en cada respaldo con películas, tienda y juegos. Como curiosidad, se nos acabó el agua y compramos directamente desde la pantalla 2 botellas de medio litro a 2,60 euros cada una. Podía haber sido peor estando a 11.000 metros del altura sobre el Atlántico.
Aproximadamente una hora antes de aterrizar, los asistentes de vuelo pasan repartiendo el formulario 6059B Customs Declaration donde se rellena (uno por familia) si llevas alimentos, plantas o animales que haya que declarar. El formulario se puede descargar y rellenar previamente al viaje desde la web del Departamento de Aduanas.
El vuelo aterrizó puntual en Newark y sólo salir del finger, apareces en la temida sala del control de aduanas e inmigración.
Nos dio la sensación que es más la mala fama que tiene que lo que realmente te encuentras si a lo único que vas es a hacer turismo. Nos permitieron pasar los cuatro a la vez, el funcionario pidió los pasaportes y el formulario de Customs Declaration y te pregunta a qué vas a Estados Unidos, si es la primera vez que visitas el país, donde te vas a alojar, qué día vas a regresar y poco más. Llevábamos todos los datos impresos por si acaso, pero no nos pidió nada.
Cuando ya nos devolvía los pasaportes y pensábamos que ya habíamos cruzado la frontera, el funcionario nos dice: Falta un pequeño detalle, ¡María Jesús (mi mujer), acompáñeme a una sala separada y ustedes esperen en ese rincón! Cara de circunstancias, pero no perdimos la tranquilidad y esperamos.
Todo el problema era que al funcionario le pareció que el formulario Customs Declaration había que volverlo a hacer y que esta vez lo firmara mi mujer. En cinco minutos estuvo resuelto el tema. Vista la experiencia, igual es preferible no rellenar el formulario desde casa antes del viaje y hacerlo sobre el cartoncillo que te entregan en el avión y no les llama la atención que sea distinto a la mayoría.
Entre risas comentando el incidente, recogimos la maleta facturada de la cinta y a por el segundo control: El de Customs. Aquí te piden el formulario de nuevo y se supone que si has respondido a todo negativamente, te dejan pasar. Pues bien, aleatoriamente deben elegir a pasajeros para que pasen las maletas por unos enormes escaners y fuimos unos de los agraciados.
Más risas y ya por fin estábamos dentro de Estados Unidos de América.
Como ya comenté en la entrada de preparación del viaje, habíamos decidido ir con Uber desde el aeropuerto a Manhattan. Unos días antes de la fecha del viaje me había dado de alta en la plataforma, instalado la aplicación en el móvil y había pedido una estimación del coste del viaje que es de aproximadamente 13 millas (20 km) e incluye un peaje de 20 USD por cruzar por el túnel Holland desde New Jersey, dándome una propuesta de 50 a 60 USD.
En el aeropuerto hay WiFi gratuita por lo que si no dispones de datos móviles, puedes pedir el viaje de Uber antes de salir al exterior. Era la primera vez que utilizaba este servicio y realmente es rápido, seguro y cómodo. En la aplicación te indica el nombre del conductor, su foto, el modelo y la matricula del vehículo, por lo que no hay confusión posible. En cinco minutos teníamos un impresionante e impoluto SUV Chevrolet Suburban (el típico todoterreno enorme americano) que nos recogió y nos llevo al hotel en Manhattan en unos 25 minutos. El importe que nos cargó Uber fue de 55,74 USD (49 euros). Al conductor no se le tiene que entregar dinero. En este caso fue más barato incluso que yendo con el tren y luego el metro. Mi opinión: Si vais varias personas y con muchas maletas, un Uber es la mejor opción… siempre que no sea hora punta y no os pase como a nosotros a la vuelta. Ya os cuento en esa entrada.
Os podéis imaginar nuestra cara durante el recorrido al ir viendo en la distancia como iban adivinándose las siluetas del Empire State, el One World y el resto de rascacielos y cuando al salir del túnel Holland aparecimos en pleno sur de Manhattan.
Llegamos al hotel sobre las 22:50 e hicimos el checkin.
El hotel Frederick está prácticamente nuevo al haber sido reformado durante el año 2017, la habitación cuádruple, pequeña para el estándar de Europa pero dentro del tamaño habitual para lo que son los hoteles en Nueva York, con todo lo necesario, muy limpia y cómoda. Dos camas dobles muy cómodas y con varias almohadas, un armario, un pequeño sofá y una mesa escritorio. En el baño, amplia ducha, bastantes toallas y 2 albornoces con sus zapatillas. El desayuno a 16 USD, caro, pero no hay problema en desayunar en varias cafeterías de alrededor.
Estuvimos muy a gusto durante todos los días. Hotel totalmente recomendable.
Como ya eran más de las 11 de la noche y habían cerrado los supermercados normales, tuvimos que ir a una tienda 24 horas (Morgan’s Market, 13 Hudson St.). Nos dio la sensación un poco de timo ya que los productos no iban etiquetados e igual nos cobraron lo que les pareció. Pero bueno para una botella de agua y unas galletas, nos sirvió para salir del paso.
Y ya agotados de todo el día de viaje nos fuimos a dormir, pensando en que al día siguiente comenzaba de verdad nuestra visita a Nueva York.
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